lunes, septiembre 03, 2012



Los próximos meses iré destilando una serie de textos que fueron creados para una publicación y que se han quedado en el archivo del abandono.



La fotografía como objeto de arteuna revisión de ideas. 

Texto por  Demian Chávez Hernández.







La fotografía como objeto de arte.

I

A manera de hipótesis

 ¿Es la fotografía una mera actividad artesanal mecánico-práctica que ilustra los libros? o ¿en verdad es un arte que sublima la belleza mas allá de lo que admiramos?
Cuando decidí hacer este texto ya había superado la pregunta del por qué la fotografía era o no un arte; y por qué para algunos artistas plásticos, tanto compañeros de mi generación como docentes de mi facultad[1], era tan difícil aceptar que la fotografía era un verdadero arte y la discriminaban como mero "arte de feria", adoptando una postura decimonónica que me obligó a pensar que aquellos que piensan en la fotografía como un no arte todavía no superan el pensamiento del siglo XVIII, aun cuando el pensamiento del siglo XVIII que conjunta los ideales de la modernidad la igualdad, libertad, fraternidad que, sin embargo, hacia el siglo siguiente se verán abatidos y con ellos también los ideales del arte. La muerte del hombre por el hombre, a su vez la muerte de Dios en la manos de Nietzsche y la caída del arte académico que ya no está al servicio de la iglesia o la monarquía aunque sí del dinero, cambiarán la perspectiva de la forma de la cotidianeidad del hombre y la idea de arte. Todo lo cual me llevó a hacerme la siguiente pregunta ¿qué características debe tener algo para qué algo sea nombrado objeto de arte?

            Desde el Renacimiento se venía manteniendo que hay formas, objetos, manifestaciones plásticas, fundamentalmente visuales y sonoras que objetivamente son llamadas obras de arte, mientras sean admitidas como tales por una teoría, vía normativa, estética o una reflexión histórica. Todos los demás objetos que no estén directamente originados por las llamadas artes mayores, arquitectura, escultura y pintura (según la clasificación de Alberti) son considerados como artes menores, como objetos estéticos o artes ornamentales y decorativos.[2]


A la pregunta moderna ¿es la fotografía arte? le corresponderá la respuesta posmoderna: sí, es un arte el capturar imágenes a través de la visión del artista que interpreta y funde -según Joan Fontcuberta- “lo real con la ficción y la fotografía puede cerrar un ciclo: devolver lo ilusorio y lo prodigioso a los tramos de lo simbólico”. Así que la pregunta contemporánea que sigue (obligada por supuesto) ser: ¿es el arte fotografía? pongamos que lo retratable, según Benjamín, es también objeto de lo multirreproducible, esto implica que el ejemplar único ya no es lo absoluto en el arte, como el caso de la pintura, y que a partir del negativo mecánico-gráfico la cantidad de positivos será otra forma del caprichoso arte que invita a coleccionar (tal es el caso del comic por ejemplo). El arte actual no se resume en una fotografía ya que todo momento del arte es el resultado del hombre en su momento histórico, la fotografía que significó una nueva forma de expresión a partir del siglo XIX convive y comparte créditos con las artes alternativas como el performance, la instalación, el multimedia, etc. En la segunda mitad del siglo XX la fotografía pasó también a formar parte de la obra que no necesariamente tiene que estar conformada por una sola disciplina por si sola, hablamos entonces de la multidisciplinariedad de la obra, así, la imagen fotográfica se vuelve además del momento parcialmente detenido, en una parte fundamental de la comunicación y correspondencia de la obra de arte actual. Pero, ¿Qué se necesitó para qué la fotografía sea un objeto y sobre todo de arte?

Desde el punto de vista clásico la fotografía no es considerado una de las bellas artes como tal, es más bien considerado una herramienta para la ilustración, pero desde el punto de vista de los criticos y artistas actuales, las reflexiones de Walter Benjamín, Raquel Tibol, Gisele Freund, Olivier Debroise, John Marz e incluso Pedro Meyer nos dan un punto de vista diferente al arte fotográfico como arte mayor que el de los teóricos de arte del siglo XIX[3] y comienzos del XX.

Para empezar analicemos que la fotografía no carece de una belleza ni de una estética; por el contrario comparte con nosotros instantes que al transcurso del tiempo, serán imágenes, testigos mudos de diversos acontecimientos.[4]

         Las definiciones de la fotografía, el objeto, el arte y su estética son por demás entendibles pero, aún así, entendamos a la fotografía como el acto irreducible de manipular la luz a través de un aparato llamado cámara para así obtener imágenes que posteriormente veremos -después de pasar por un proceso químico o digital- impresas en diferentes formas. El objeto es cualquier cosa material o inmaterial que centra en determinado momento la atención de la conciencia de manera afectiva o intelectual y que existe al margen de dicha conciencia (subjetiva)[5]. La aisthesis se ocupa de  la sensación de lo que se percibe. La belleza está perenne ya sea en la naturaleza o en el arte, como idea y como doctrina filosófica.[6] Y finalmente el arte es una actividad humana capaz de generar emociones  por medio de artificios[7].

El realismo que propone la fotografía en cuanto a lo que llamamos representación tiene su origen en el realismo medieval del arte de occidente. Este fervor por la representación incluso llega a la fascinación por la imagen perfecta que observamos en la pintura flamenca.
 Aunque el principio del realismo en la prehistoria es la necesidad de proyectar su marca  sobre las cosas, la semejanza será el próximo paso que se dé. Es decir buscar semejanzas en la naturaleza hasta poder describir con un pincel y el color la forma y el objeto. A la premisa de "pinto lo que veo" de Courbet, Man Ray contestará que él fotografía lo que no pinta, y sus imágenes son tan inquietantes como el mismo surrealismo que va más allá de la simple representación.

Llevar un objeto, cualquiera que éste sea a una galería o museo, puede convertirse en el momento que entra una obra de arte; y esto, si y sólo si el autor así lo designa. Tal fue el caso, -afortunado diría yo- del urinario titulado "La Fuente" que Marcel Duchamp expuso hacia 1912 en el salón de los independientes -que resultaron no ser tan independientes después de todo- y que consideraron esta pieza como una burla al arte, sin embargo este será un momento decisivo para el arte contemporáneo. Si bien "Las señoritas de Avignon" de Picasso marcó un parteaguas en el arte del S. XX, ahora, "La fuente"  hacía lo suyo; poniendo en crisis la forma de y la formalidad de lo que hasta ese momento era llamado "arte". Y si el urinario no había sido fabricado por el mismo Duchamp, éste sí le había adjudicado el valor y áurea corpórea de objeto de arte, descontextualizándolo para convertirlo en una pieza mas allá de su cotidianeidad.

La fotografía tiene su origen objetual-cósico desde el momento  en que es palpable, pero se vuelve objeto de culto en el mismo instante en que esta imagen llega a la pared y pasa de ser una simple imagen que ocupa un espacio determinado, ya sea en un periódico o en un álbum familiar, a un fetiche.

Este fenómeno del objeto redimido fetiche lo encontramos claramente explicado en una interpretación de Regis Debray en donde tras la muerte del ideal del hombre (Dios) en la modernidad muere el hombre como ser, y este ser creativo da muerte automática al arte; misma muerte que el movimiento Dadá de Zurich propone como arte del s. XX, aunque el dadaísmo también en su forma de ver la vida va a sentar las bases del arte conceptual.
En la actualidad un objeto que se descontextualiza de culto ya no son las pinturas de los santos en las iglesias, ni las estampillas de las vírgenes milagrosas mil veces reproducidas. Un objeto de culto es el fenómeno Britney Spears que ocupa el lugar que tuvieran otrora las musas de los pintores, pero también representa los valores de la juventud y por si fuera poco los contravalores de la inocencia.
Así ella, como ser se convierte en objeto (imagen) fetiche de culto a la que no necesariamente le rezamos pero si le encomendamos algunos deseos.






II 

El caso del objeto (según Duchamp).

 "Cualquier cosa... todo lo que puede ser materia de conocimiento o sensibilidad de parte del sujeto, incluso este mismo." dice la definición del diccionario acerca de los objetos. En el caso del arte, el objeto como tal es leit motiv para realizar una obra de arte. Está claro, pues, que el objeto (de arte) será entonces como tal el que descontextualizado y redimido, ahora tenga la trascendencia en el arte contemporáneo.
El objeto que ahora consideramos como arte cuando fue hecho pensado en la funcionalidad no tenían un fin estético, es decir, las ollas de los primeros hombres no estaban destinadas para exhibirse en un museo, sino a una función practica, aunque al paso de los años se le añadió la decoración y es este mismo valor a lo decorativo lo que obligó a que en el s. XVIII abrieran las puertas los primeros museos y lo que vamos a encontrar ahí son objetos con un valor simbólico. El problema según Debray[8], es la selección de estos objetos bellos que se exhibirán en adelante. Sin embargo, un pensamiento que se contrapone, es el pensamiento filosófico de Emmanuel Kant que se acerca un poco más al concepto que maneja Duchamp: el arte está en el sujeto y no el objeto.

La invención de Marcel Duchamp se define como lo  "ya hecho" o "ready made". El objeto no es creado por el artista y la elección de dichos "ready mades" está basada siempre en la indiferencia visual, al mismo tiempo que en la ausencia total del concepto de buen o mal gusto.[9] Así el valor estético se ha dejado de lado en el caso de los objetos duchampianos.
Duchamp clasifica sus objetos (ready made) como: para mirar, de manipulación recomendable y manipulación obligatoria.
Estos parámetros se pueden aplicar a los objetos utilizados en las obras de arte y en especial a los de tres dimensiones, es decir a cualquier cosa.






Ready-Made:

Objeto visual ascendido a la dignidad de objeto artístico por simple elección del artista.

               Marcel Duchamp.



Otro motivo de arte en cuanto al objeto, es aquel que nos da el tema. Es decir, un bodegón de objetos inanimados de naturalezas muertas tienen una historia o anécdota por contar cuando lo vemos y cuando lo reproducimos.
         De esta forma el objeto tiene como objetivo el que el espectador sea de alguna forma motivado por su percepción y se acerque para que ésta se traduzca en sensaciones  que le emitan la obra.
Este objetivo (el porque y para que) como objeto es el más importante a mi juicio, ya que transmite sensaciones, y no es un cadáver que ocupa un lugar el cual podría ser menos desperdiciado.
         El objeto de soporte (el con qué) como cosa en la fotografía será también -incluso- el papel fotográfico y la película, los lentes (tambien llamados objetivos también llamados así), las cámaras; pero este fin está por demás implícito es la técnica.

         Las imágenes fotográficas como tal, hablan por si solas, comunican y son tan crueles que no dan pausa a lo que transmiten. La imagen fotográfica encierra en todas sus dimensiones todas las sensaciones, y como estas ya han pasado por nuestros sentidos, disfrutarlas no será difícil, así rechazarlas o aborrecerlas tampoco.
Podemos sentir una contracción en lo profundo del estómago e incluso hasta el sofoco cuando vemos una bala de goma impactarse en un libanés y éste se dobla ante el dolor, sin embargo no suelta la bandera de sus manos, esto sucede ante los ojos de sus compañeros, ante el fotógrafo y después ante nosotros.[10]
         Nos excitamos al ver los cuerpos desnudos o lloramos al ver el retrato del ser amado que ha muerto. Una fotografía es pues una cotidianeidad elevada, redimida, ascendida a un nivel más alto por designación nuestra. No necesitamos ser creadores de arte expertos si la obra nos transmite una emoción, por ello, obra de arte. Sé que es una fácil designación, sin embargo, si el objeto reúne todas estas cualidades no veo por que no darle la asignación que merece.
Barthes piensa que “una foto puede ser objeto de tres prácticas o tres emociones o de tres intenciones: hacer, experimentar, mirar. El operador es el fotógrafo. Spectador somos los que compulsamos en los periódicos y aquel  o aquello que es fotografiado es el blanco, el referente.”
 
Cuando hablamos de objetividad en la fotografía nos referimos al objeto a captar, pero también del objetivo cualitativo, del por que retratar (la mejor interpretación de lo real),y también del objeto como ente cósico. De objetividad, en la imagen. En razón pura, la imagen  nos lleva de la mano a descifrar lo que vemos como contenido dentro de una maria-luisa, pero a su vez es ella misma, un ser único e irreductible en la escala de las formas, y por conclusión la belleza es la que imparcialmente se vea con objetividad -que- variable, puede ser la que nos lleve a la razón del objeto en verdad bello.

El objeto entonces, va más allá de su función. El resultado de un concepto, como Berenson menciona: “es el producto de la actividad en la mente pero no tal actividad”. Con ello alude al arte conceptual en que el concepto por sí es la base;  y  el resultado es el concreto y visual - en ocasiones -.


         Aristóteles ya hablaba de la obra de arte como la que se vale por sí misma y por ello bastará que se presenten sus cualidades propias; el urinario de Duchamp es una obra que (por sí sola) se define como un gran salto en el arte para alejarse de la representación bucólica y romántica anterior, entonces tenemos el triunfo irrefutable del objeto ante la crítica mordaz que lo engulle. El objeto va más allá de su representación, es él mismo. Recordemos la pintura de Magritte “Esto no es una pipa” y claro que no es una pipa, es la representación de una pipa, en la fotografía lo que vemos no es al retratado, es la imagen del retratado y quién sabe si se parezca.
         Pero la fotografía como objeto tendrá un planteamiento que se divide en dos líneas. El objeto fotográfico que alude a la técnica y el objeto visual-pragmático que Fontcuberta describe de otra manera que abarcaré más adelante.
           


  Identificar la fotografía, calificarla y clasificarla "por los patrones por los que hasta ese momento se había regido la pintura"[11] tenía sentido en la época en que nació como tal (hacia 1839 se le adjudica el título destilado del vocablo griego por sir John Herschel ), y por supuesto el calificarla de arte menor no era difícil. Pero en la época actual la forma como se considera a la fotografía es totalmente opuesta a la pregunta de si una máquina fría era capaz de producir una verdadera obra de arte o acaso ésta podría tener la personalidad del artista. Pregunta que sin duda se resuelve más tarde con las propuestas estéticas de los fotógrafos que transitaron en las vanguardias del siglo XX, y que supieron utilizar la cámara como un instrumento para crear un lenguaje que expresara lo que hasta ese momento ninguna otra de las artes podía hacer y de esta forma también como en respuesta al mundo mecánico-tecnológico y científico que estaba naciendo en el siglo XIX en donde la naturaleza ya no será la misma que antes, sino que a partir de la fotografía la representación de la naturaleza será más objetiva apreciada a través del ojo es la de la cámara. 

Roland Barthes, quien se distingue por sus ensayos sobre el análisis, semiológico reflexiona sobre la fotografía :

“Me embargaba, con respecto a la fotografía, un deseo “ontológico”: quería, costase lo que costase, saber lo que aquella era -en sí-, que rasgo esencial la distinguía de la comunidad de imágenes. ¿Quién podía  guiarme? Desde el primer paso, la clasificación.”[12]



Sin embargo Barthes llegó a la conclusión de que la fotografía era, por su esencia, inclasificable. El nuevo prodigio de la ciencia y la tecnología debía ser recogida y asumida por los nuevos artistas como un resultado de la modernidad, que, sin olvidarse de las técnicas de sus antecesores debían subirse a la nueva nave que los llevara a la búsqueda de una novedosa propuesta estética de arte. Un fenómeno similar está ocurriendo ahora respecto a la fotografía digital en cuanto a las nuevas posibilidades para la imagen, que, no vendrá a remplazar de un día a otro la fotografía tradicional-química de la fotografía. Sino por el contrario también es una transición de técnicas y tecnologías. Actualmente los museos y galerías ya están exhibiendo obras digitales en sus muros. Basta observar la obra digital de fotógrafos impresas en papeles fine art .
La función estética es lo que nos interesa ahora más que recordar las técnicas, ya que la fotografía se considera como medio del que deriva directamente el mensaje, parafraseando a McLuhan, según el cual la imagen habla por si sola, y la interpretación que le acompaña será por demás derivada, en otras palabras: en una fotografía yo veo lo que me dice el objeto e interpreto a partir de lo que aparenta haber en dicha imagen de acuerdo a mi bagaje cultural.
           




III

El paso de la cosa al objeto de arte


Si bien la fotografía como artesanía nace formalmente en Daguerre ya que en los experimentos de Niepce es tan sólo el paso del nacimiento a la divulgación; aunque no se niega la importancia de Niepce, mencionarlo es un formalismo científico y tecnológico además de anecdótico, es decir, histórico.
         
No obstante la fotografía tiene sus orígenes más atrás de Daguerre, no olvidemos que sus antecedentes surgen desde Aristóteles, el árabe Alhazen e incluso en Bacon con respecto a la cámara y Schulze con respecto a las emulsiones.

Joan Fontcuberta nos menciona que el origen de la fotografía se divide en dos génesis: la tecnológica (que en este caso no nos atañe) y la funcional (para lo que sirve).[13] Además añadiría también la  visual-pragmática, “lo que dice”.
Encontrar la belleza suprema, sublime va de la mano con la estética y su discusión acerca de lo bello. Fontcuberta plantea que la mecanicidad del procedimiento fotográfico y su automatismo chocaba con las teorías estéticas -y en directo con las de Berenson- que se basaban en el ideal del genio romántico.

A la pregunta ¿podría una máquina dejar patente la personalidad del artista? el pensamiento de Bernad Berenson responde no.  El caso Berenson en cuanto a la fotografía es serio. Ya que es uno de los críticos de arte más mordaces y por ello más agudos y que, a pesar del tiempo, más ha influido. Pero en cuanto a la fotografía,  Berenson expresa que es una herramienta  y "un sirviente no muy digno de confianza; un sirviente más dispuesto a seguir los caprichos, y aún los vicios del operador-crítico que a ratificarlos. La fotografía  en el mejor de los casos es un instrumento del manipulador, un instrumento inseguro". Pero quién nos dice que el cuadro de “La coronación de Napoleón” de Louis David no ha trastocado y ha manipulado el interior de Notre Dame redecorando el barroco con clásico-renacentista.
         Berenson, temeroso de admitir a la fotografía como arte tan sólo cree que: "la cámara es un instrumento en las manos del fotógrafo" pero no deja de considerar a éste como mediocre y de ingenuos prejuicios, y ademas considera que "¿cómo se le va inducir a ver con su cámara lo que no puede ver con sus ojos, es decir, con la mente tras los ojos? los ojos sin la mente sólo percibirán en los cuerpos sólidos manchas  o bolsas de sombras y zonas de luz, ocupando y dividiendo un área determinada".[14]
         Berenson nos lleva de la mano -sin quererlo- a pensar en:  ¿Está realmente la vista del fotógrafo educada? o ¿es un mero apretador de botón?

         Este planteamiento hecho por Berenson hacia fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX (aún válido) nos lleva a la reflexión que plantea Pedro Valtierra en 1999:
En fotografía lo estético no está reñido con lo periodístico... El fotógrafo contemporáneo tiene hoy más que nada, una preocupación por lo estético y también por lo informativo, así el fotógrafo deberá preocuparse por su formación, no solamente estética, sino también política y cultural.[15]

Así Valtierra nos deja ver que el fotógrafo, el verdadero fotógrafo no será más un apretador de botones ni movedor de objetivos, sino al contrario, es un personaje capaz de tener una visión distinta con la que dará un punto de vista, así como su opinión propia a través de la imagen. [16]
         
Entonces el producto de la visión del fotógrafo verdadero no es menor que otros objetos de "arte", la belleza que existe en la imagen que nace a través de la cámara no es menos que la representación quirográfica de la pintura. Ni tampoco será de menor fuerza ni espectacularidad que una escultura.
         
Cuando observamos una pintura o una escultura, vemos objetos con un valor estético gracias a la luz (incidente y reflejada que es un problema de la física y la óptica), y si nos deleitamos gozosamente con ellos será porque son verdaderos, reales y tangibles pero susceptibles de ser interpretados interpretativos. La fotografía es pues la imagen que nace de la luz, mucho antes creada que el mismo arte. La fotografía es el objeto que nos refleja la realidad y ésta se traduce en verdad; ya que a la foto por más que se le pueda recortar, editar, desprender o destruir no perderá su aura de "verdad", porque sigue siendo una fiel representación, aunque ésta sea muy pequeña, de una imagen que ocurrió en el espacio-tiempo. Si tomo un fragmento de una foto por ejemplo la imagen más divulgada del “Che Guevara” del fotógrafo Alberto Korda, no deja de ser una imagen en un espacio-tiempo con circunstancias naturales y reales que en la imagen fotográfica impresa se convierten en atemporales. Pues un fragmento de esta imagen, digamos un ojo, nos dará una lectura diferente del conjunto, pero nunca dejará de ser el ojo del “Che”. Cosa que no pasa con la escultura y la pintura figurativa ni hiperrealista, ya que si las fragmentamos perderán su carácter de imagen interpretativa y se volverán abstracciones de esa interpretación.  Luego “la verdad subsistirá aunque se aniquile el mundo" según San Agustín.[17]

En conclusión, si pienso en la cosificación de la fotografía, debo pensar en este objeto de arte que además es un medio de comunicación que va mas allá del objeto decorativo y se vuelve el ideal de lo coleccionable como sustento de la copia.





IV
El caso de la estética.


El hablar de estética no sólo es el tocar el punto de lo bello sino que más allá este tema enytra en el terreno de lo filosófico, entonces la estética pasará a través de la metodología, la metafísica, los juicios axiológicos, gnoseológicos, etcétera.
         La estética busca (como rama de la filosofía que es) indagar en las raíces de la belleza y el arte así como sus principios fundamentales y universales.
Si bien las ciencias basan su criterio en la causa y el efecto, la filosofía busca el conocimiento en la forma especulativa que de ninguna manera es menor que la científica.

Un día me fijé como brotaba sangre de mi mano al pincharme con un alfiler. La sangre que corría por la palma estaba tan perfectamente ordenada que parecía haber sido dibujada por el mejor de los dibujantes, pero lo que a la vista no se percibía era el dolor que tenía en la mano; el dolor no cesaba y tuve que lavarme con alcohol para que cicatrizara pronto.[18]
        
Aquí tenemos dos apreciaciones de los sentidos, o tal vez tres. La primera es la vista de la línea de sangre que parecía hecha por el mejor de los maestros, bellamente trazada (y como concepto se antoja para la mejor de las instalaciones de SEMEFO[19] o tal vez de arte Gorge); la segunda es el dolor, que es abstracto. Las dos son apreciaciones encontradas que caben perfectamente en la definición griega de estética. Aisthesis significa sensibilidad o capacidad de percibir a través de los sentidos o experiencia de algo el mundo exterior. Una tercera apreciación será, dependiendo de la idiosincrasia del observador, la kalopoética[20] que le aplique a la imagen, y esta será el aura que al fin dicha imagen tenga. Al hablar de Kalos[21] es la belleza de las cosas, no así de la aisthesis; que en términos platónicos es el artífice de lo bello, la base de este: la composición que a su vez se traduce en ritmo, colores, las formas, espacio, simetría, etcétera. nos dará la razón que sencillamente resumió Platón en "La variedad dentro de la unidad"[22] y viceversa, la belleza en y de los objetos.

En una imagen encontramos: la proporción espacial, el color, el contraste, el ritmo, la sección dorada, aplicación, organización de la forma y el espacio, la simetría y asimetría, equilibrio. Los esquemas tradicionales y la elección del tema  también son características de alguna o todas las formas de la fotografía, ya que como he mencionado, la fotografía adoptó en sus principios la formalidad de representación y organización de la pintura.
Componer un cuadro y una fotografía en la primer época de esta última era de manera substancial muy parecido a la pintura, incluso el hecho de la fantasía y de como abordar los temas consagrados y hasta  la forma de posar del modelo era herencia directa de la pintura, basta recordar las piezas de Rejlander o los retratos de Carrol y Cameron.
                                            
Aunque no insistiré demasiado en cuanto a la composición de una pintura y una fotografía si haré mención de que hoy, en ambas, incluso en el arte abstracto, no se deja de lado la organización de los elementos de acuerdo con la regla de oro que se basa en el principio general de contemplar un espacio rectangular dividido, a grandes rasgos, en terceras partes, tanto vertical como horizontalmente. O, explicado de otra forma, bisecando un cuadro y usando la diagonal de una de sus mitades como radio para ampliar las dimensiones del cuadrado hasta convertirlo en rectángulo áureo[23]. de para que con ello exista una correspondencia que lleve a un orden que a los sentidos sea agradable, armónico o no.
          Ahora bien, para percibir la estética o lo que llamamos estético el objeto tendrá forzosamente que pasar a través de los filtros de la percepción y de la razón; en donde la razón, es decir el pensamiento no existirá sin la percepción[24].

          Evidentemente el problema del ver es de carácter natural pero ese "ver a" tendrá también su relación directa con el saber. El conocimiento que según Stuart Mill "no hay nada en la mente que no halla pasado por los sentidos"; esto nos llevará a afirmar que el pensamiento y la razón son visuales desde la apreciación de Arnheim, pero la razón será también en virtud de la capacidad de discernimiento del observante, del perceptor, pues no es la misma capacidad de razonamiento la de una persona que no tiene ningún acercamiento con el arte a quién si. Aunque alguien que no sepa tendrá por sí mismo una idea propia de lo que significa "lo bello" o no  esto es que tendrá su propia estética de acuerdo a lo que sus sentidos intuitivamente le indiquen que es bello, y el erudito en el arte tendrá otra preocupación acerca de "lo bello".
         Y este es un síntoma del por que lo visual no representa lo mismo para todos. Pero... ¿la percepción es confiable? pregunta Arnheim; muchas veces lo que vemos o pretendemos percibir a través de la vista ya no está ahí, es decir, los sentidos nos engañan. Tal es el caso del cine, que es la suma de la óptica aplicada (de la fotografía) y la persistencia retiniana, que es un fenómeno óptico que consiste en que aquellas imágenes que son proyectadas por una fracción de segundo permanecen en nuestra retina sin borrarse y  al sumarse tendremos la ilusión  de movimiento.[25]

Ahora, analicemos en que nivel de la estética estamos, es decir, si nuestros parámetros de percepción de lo estético son solamente de recepción o de creación. Debray[26] maneja sin saber esta clasificación, o tal vez no lo hace consciente ya que en su texto no escribe de esta clasificación; el arte que suponemos universal no quiere decir que a todos en el mundo  tenga que gustar, nuestra propia estética está encaminada a la recepción debido a la educación visual, pocas veces se encamina a generar arte. Nos hemos convertido en devoradores de imágenes, sólo que tendremos que ajustar nuestros filtros de percepción para que estas imágenes sean analizadas y no entran solamente así, ya que todas las imágenes tienen un contenido codificado de tal forma que debemos incluir esos dosificadores a nosotros mismos. Me atrevo a preguntar ¿tenemos una verdadera educación visual o nos formamos una estética personal autodidacta empírico-intuitiva?.
En nuestra condición de habitantes de un mundo donde abundan las imágenes nos hemos vuelto más allá del homo videns, homo-intuitivus-videns, es decir, a veces creemos que algo es “bonito” porque así nos lo contaron.


V
La verdad como fotografía y viceversa.



“El arte es fundamentalmente verdad,
pero una verdad que trasciende el tiempo y la geografía”

Patricia Mendoza


La verdad es personificada por la luz[27] según el planteamiento parmenidiano, donde el vidente es aquel que va sin empacho alguno en busca de la verdad, y será guiado por la necesidad, y esta “verdad” no es la del hombre sino la de las cosas, la de los objetos, incluso, de los cuales -dice alberto García- “del cual el hombre no es espejo."
Lo verdadero lo ubicamos como lo bello por asociación automática, pero no  siempre coincide con la estética personal, aunque entendemos a la estética como disciplina filosófica que comprende tanto la teoría de la belleza como el arte en cuanto a sus principios esenciales, en donde considera al mismo arte creación especial del hombre, de objetos bellos y también de las otras tres bellezas conceptuales que son la naturaleza, la humana y la moral.[28]  La belleza difiere del contemplador ya que cada uno tiene una apreciación diferente. "está en nosotros mismos; el investigar esas razones, el investigar las causas de los placeres de nuestra alma".[29]

         Kant ubica la belleza en la facultad del sentimiento que se traduce en un juicio. "Bello es lo que place en el mero juicio (no en la sensación de los sentidos ni mediante un concepto.[30] Ahora bien, la belleza encierra en sí la gracia, la elegancia, lo sublime, lo trágico, lo dramático, lo místico y sus contravalores. Que en determinado  momento también reúne la fotografía al ser u objeto,  ya que si bien el arte no es una imitación de la naturaleza como señala Samuel Ramos, es ella porque conlleva una actividad del espíritu.[31] En el caso concreto de la fotografía ésta es una actividad espiritual; a pesar de que representa la realidad utilizando una emulsión, existe la colaboración del autor para hacerla. Berenson no la cree con la capacidad de arte, pero piensa y acepta que la intervención del fotógrafo es imprescindible, de esta manera Walter Benjamín dice que el fotógrafo está delante de una máquina sometida a leyes limitadoras. Esto en conciencia de que "la naturaleza que habla a la cámara es diferente a la que habla a los ojos".[32]  Y si bien es verdad que las leyes ópticas son inquebrantables pasa igual con lo sensorial, es decir, se perciben a través de los sentidos. El aprender y aprehender una imagen en la fotografía tiene entonces que pasar por un momento cognoscitivo, ya que ningún conocimiento es por generación espontánea.

El uso de la cámara como máquina tendrá que ser mediante un proceso previo de cognición de las leyes de la óptica y la luz, sin embargo las sensaciones que producen la destreza y la pericia del fotógrafo al utilizar las leyes en beneficio de una imagen para transmitir sensaciones es lo que producirá el éxito, y en ello radicará su valor de arte mediante una imagen que también pudiera ser bella o no. Para Kant la  belleza en el sentido cualitativo es "un objeto de una satisfacción desnuda de todo interés",[33] y en el sentido cuantitativo la belleza es lo que agrada universalmente. Aquí reparo para afirmar que: la fotografía pudiera o no agradar a toda la gente puesto que –como lo afirma Platón en los Diálogos-  Lo bello es de las cosas más difíciles,[34] lo bello es "la forma de la finalidad de un objeto, en tanto que lo percibimos sin representación de fin", según  la clasificación de Kant de relación.
         Pero el peligro que corro al involucrarme en la estética y la belleza de la fotografía será que la sitúe en la postura de arte que podría intelectualizare, como dirá André Malraux[35], sin embargo sostengo, y coincido con él, en que la obra de arte intenta acercarse a una representación ideal.[36] Aunque "el arte plástico -hacia la Edad Media y el Renacimiento- fue principalmente, [y] durante muchos años, el de la creación de un mundo imaginario o transfigurado";[37] la llegada de la fotografía cambiará radicalmente la estética clásica, y en consecuencia la mirada del contemplador, su criterio y su interpretación.[38]

         Con la modernidad viene la nueva estética que no había variado nada desde el Renacimiento; en consecuencia el arte de la modernidad trae a la fotografía implícita y el hecho de pensar que la máquina óptica no podrá representar lo que es creación divina es tan incongruente como pensar que "los objetos no son vistos a través de un temperamento"[39] y que no podrán transmitir la personalidad del artista fotógrafo. Ya que la intervención de éste es inevitable, se resuelve aquí la pregunta que quedó atrás sin respuesta: ¿si una máquina fría era capaz de producir una verdadera obra de arte y además esta última podría transmitir la personalidad del artista? La verdad es que sí y depende del mismo autor.

         La fotografía en cuanto a la representación de la realidad habrá de pasar muchas penurias. En la multicitada representación de la realidad se condensa lo real que ya no se puede tocar y ya no hay futuro ni pasado, el tiempo está inmóvil. La realidad que se busca ya no es la que vemos impresa ya que habrá pasado tiempo desde la toma de la imagen hasta el resultado concreto. Lo que vemos no es en un tiempo real, por ello si fotografiamos una fruta muy apetecible hoy, tal vez mañana sea imposible comerla. Esto es, que tenemos entonces la realidad fotográfica. La realidad fotográfica no se encuentra en ningún tratado que implique valores de la estética y filosofía in de profundis, tan sólo se refiere a la temporalidad de la imagen y su entorno que nos refleja como documento. En poco tiempo puede cambiar el entorno donde fue tomada la imagen pero su valor como documento no.

            Cabe mencionar que también “la realidad fotográfica” tiene un nexo según Pedro Meyer, con la mirada a partir de la subjetividad de otro, sobre el mundo, y lo entendemos a partir del ángulo en que alguien lo decidió; yo lo propondría en otras palabras: estamos generando una pre-mirada ante la cual no existe una actitud crítica, tal y como sucede cuando escuchamos música. Si en la calle nos mientan la madre existe una respuesta ante ese estímulo agresivo, sin embargo en una canción puede haber la misma actitud y hasta bailamos con mucho gusto.
La realidad que vemos en las fotos es relativa, en verdad se convierte en memoria y será también otra dimensión, “será objeto parcial con valor de fetiche y la revelación la convertirá en milagro”.[40]
En cuanto a la realidad alterada podría incluso pensar ya en "La Realidad" que señala Pedro Meyer en el trabajo digital:

 Trastocar una fotografía, algo que se toma en la mayoría de las culturas como "prueba de la realidad", es un asunto tan profundo, que para poder tratar los consiguientes problemas de manipulación (digital), estos han sido colocados en el contexto de un problema moral importante.
En el caso de la fotografía algunos han llegado tan lejos como a sugerir que las imágenes digitales ya no están calificadas para designarse con el término de fotografía. Por lo tanto, a uno se le expulsaba de la sociedad y se le declaraba un no-fotógrafo. Se nos ha dicho: "No alteraras una fotografía"...
No había problema en usar maquillaje y toda suerte de cosméticos para embellecer el color y el tono de la piel, pero si uno se atrevía a corregir algo una vez tomada la fotografía, debías hacer todo tipo de reconocimientos de que la "realidad" había sido trastocada.[41]

Esto nos lleva a la reflexión de qué tan real es la realidad. Hasta dónde la imagen está legítimamente representada como los ojos del fotógrafo la contemplaron y qué tanto la realidad se alteró al pasar a la imagen posterior. Hablar de esta realidad trastocada es hablar de la interpretación de cómo los materiales se comportan ante esta representación y la forma de representar.

Todo esto es aparentemente un problema de orden técnico, porque  la técnica es la que da el resultado de la visión del fotógrafo. Alteramos la realidad cuando la fotografía es tomada en blanco y negro, alteramos la realidad cuando la imagen es captada con un lente  angular. Pero es menester reconocer y reiterar que la fotografía es el arte que mejor interpreta esta realidad y el artista es el que esta libre de hacer su propia elección de como será esta interpretación.
              
Habrá pues que resaltar que la foto digital no modifica el concepto de la foto como objeto de arte, al contrario, le da más posibilidades.
Aunque entendamos que en la era que estamos viviendo la fotografía digital es desechable, es decir todo es rápido en los procesos de la técnica de dicha la fotografía, y si a eso añadimos la vorágine de un sinnúmero de cámaras digitales en el mercado, que además en poco tiempo se vuelven inservibles ya que otro modelo las reemplazará en corto tiempo sin contar que las impresoras aún no superan la calidad fotográfica del papel de sales de plata por mucho que la publicidad pueda hacer por convencernos de lo contrario y aunque los papeles con tratamiento de galería los llamados fine art tengan una duración de más de 100 años no dudo que la fotografía digital tenga su espacio propio en el ciberespacio pero en lo que sí dudo -y con mucho- en que reemplace a la fotografía de película de cuajo. La alquimia del laboratorio tal vez pueda ser reemplazada por otro método pero como soy un romántico espero que no sea mientras estoy vivo.

Pedro Meyer se anticipó y en mucho a la fotografía digital y vaticinó que el laboratorio fotográfico había ya muerto. Todo depende de la perspectiva desde donde se vea. Por el contrario de ayer en que  los fotorreporteros revelaban sus rollos mientras se transportaban del lugar de la toma a la redacción del periódico, hoy encontramos cámaras que transmiten imágenes por vía celular o por e-mail. Sin embargo no me voy adentrar en una discusión de lo que la realidad es o no con respecto a la fotografía  digital ya que no me considero letrado para tan diametral tema. Pero sí diré que la realidad en la que vivimos, conscientes de  la materialidad de la razón es donde, la verdad en la que está encerrada la percepción, con la que apreciamos la fotografía.
         Durante la percepción de la imagen no como espectadores sino como hacedores de la misma debemos de alguna forma implantar la poesía propia.

"Para el saber fotográfico -señala Miguel Ángel Ramos-  sólo existen instantes y podemos suponer que lo instantáneo no existe si no es como guarda o mirada humana. La teoría estética de adorno - añade-  ya nos ofrece esta idea, las artes del tiempo, entre las que colocamos ahora a la fotografía, como máxima expresión de lo no contenido por ella, de lo negado directamente por su proceder, quisiera brillar un instante para más tarde explotar".[42] 

El objeto que explota no es sino otro que el del relámpago que detiene la historia en una placa, la hace reliquia y la pasa a través  de la lente de la reflex.  
En conclusión, el que observa un objeto sólo  lo puede definir a través de la lectura que haga por medio de sus sentidos y esta lectura será tan personal como su propia imagen estética. Independientemente de la foto que observe esta lectura será su realidad y propia verdad.


[1] Los estudios que realicé son de Artes Visuales con especialidad en Artes Plásticas en la UA Q.
[2] José Fernández Arenas. Arte Efímero y Espacio Estético. Ed. Antrophos 1988.
[3] Para saber más sobre estas reflexiones sugiero al lector consultar la bibliografía al final de este ensayo.
[4] Sandra Aguilar Loya, El Financiero, viernes 21 de enero. 2000.
[5] Esto en conciencia de que la definición ha sido tomada del diccionario enciclopédico Grijalbo. Madrid, 1999
[6] Ídem.
[7] Ídem.
[8] Regis Debray: Vida y muerte de la imagen, paidos comunicacion. 1998. P117.
[9] Juan Antonio Ramirez. Duchamp, el amor y la muerte incluso. Edit. Siruela. España. 1993
[10] Revista Cuartoscuro, revista de fotógrafos. No. 38. Sep.-oct- 99. pp. 10-11.
[11] Fotografía: conceptos y procedimientos. Joan Foncuberta. Una propuesta metodológica. Colección Medios de Comunicación en la Enseñanza. Editorial GUSTAVO GILI S.A. Barcelona 1990


[12] Roland Barthes. La camera lucida. Ed. Paidós Comunicación. 1995.
[13] Joan Fontcuberta. Op. cit

[14] Bernard Berenson. Estética e historia en las artes visuales. Breviarios del Fondo de Cultura Económica. 1956.
[15] Conferencia de Pedro Valtierra en Galería Libertad, 11 de junio 1999 dentro de las actividades del Ciclo Nacional de Fotografía, Querétaro 1999. Valtierra es el fundador de la agencia fotográfica Cuartoscuro. En 1999 recibió el premio Rey de España.
[16] Sugiero leer el libro de Pedro Valtierra. Una noche afuera.
[17] San Agustín  Soliloquios. Capitulo II.  Editorial Augusta.
[18] Nota del autor.
[19] SEMEFO. Grupo de arte alternativo que ha presentado Performances, instalaciones, arte objeto, video, en torno a la muerte.
[20] Alonso Dacal. Estética general. Edit. Porrúa, Méx. 1990.

[21] No olvidemos que Talbot bautizó su maquina de hacer imágenes como "calotipo", imágenes bellas.
[22] José Ma. Parramón. Así se compone un cuadro. Colección "Aprender haciendo". Instituto Parramón. Ediciones Barcelona. 1969.
[23] Revista de diseño Gráfico Newsartesvisuales.com: http://www.newsartesvisuales.com/funda/compo4.htm
[24] Rudolf Arnheim. Nuevos ensayos sobre psicología del arte.
[25] Historia del cine, Roman Gubern. Vol. 1 edit. Luman.
[26] Regis Debray. Vida y muerte de la imagen, Paidos comunicaciones. 1198.p 115.
[27] El sentido de la ontología de Parménides. Alberto García Salgado. Revista Filofágia, año 1, numero 1 invierno. México. 1998.
[28] Alonso Dacal Op. cit
[29] Ídem.
[30] ídem
[31] Samuel Ramos. Filosofía de la Vida Artística, Edit. Esparza-calpe. Col. Austral no. 974, Méx.. 1964.
[32] Walter Benjamín Discursos Interrumpidos, Pequeña revisión histórica de la fotografía. 1976, edit. Taurus.
[33] Emmanuel Kant. Critica del juicio. I. Cita de Introducción a la Historia de la Filosofía . Antonio Pérez.
[34] Platón. Diálogos.  Hipías Mayor  o de lo bello. 
[35] André Malraux, Las voces del Silencio. Visión del arte. Edit. EMECE.
[36] Idem.
[37] Ídem. Cita. Pág. 53.
[38] Sugiero al lector consultar libros de arte de los periodos de la edad media y Renacimiento para ampliar la información.
[39] Ídem. Cita. Pág. 117.
[40] Fernando Castro. Ausencias Cifradas. Fetch-up. 1997. Ex-Teresa.
[41] Pedro Meyer. La realidad" en el año 2000. Pagina de Internet. http://www.zonezero.com./editorial/enero00/enero.html
[42] Miguel Angel Ramos.  Mirabilia Comentarios sobre la estética transobjetual de Olga adelantado.  Olga Adelantado. Fetch-up. Catalogo. Edit. generalitat valenciana, 1997. Exteresa/arte Alternativo  México 1997.

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