Los próximos meses iré destilando una serie de textos que fueron creados para una publicación y que se han quedado en el archivo del abandono.
La fotografía como objeto de arte: una revisión de ideas.
Texto por Demian Chávez Hernández.
La
fotografía como objeto de arte.
I
A manera de hipótesis
¿Es la fotografía
una mera actividad artesanal mecánico-práctica que ilustra los libros? o ¿en
verdad es un arte que sublima la belleza mas allá de lo que admiramos?
Cuando
decidí hacer este texto ya había superado la pregunta del por qué la fotografía
era o no un arte; y por qué para algunos artistas plásticos, tanto compañeros
de mi generación como docentes de mi facultad[1], era tan difícil aceptar
que la fotografía era un verdadero arte y la discriminaban como mero "arte
de feria", adoptando una postura decimonónica que me obligó a pensar que
aquellos que piensan en la fotografía como un no arte todavía no superan el
pensamiento del siglo XVIII, aun cuando el pensamiento del siglo XVIII que
conjunta los ideales de la modernidad la igualdad, libertad, fraternidad que,
sin embargo, hacia el siglo siguiente se verán abatidos y con ellos también los
ideales del arte. La muerte del hombre por el hombre, a su vez la muerte de
Dios en la manos de Nietzsche y la caída del arte académico que ya no está al
servicio de la iglesia o la monarquía aunque sí del dinero, cambiarán la
perspectiva de la forma de la cotidianeidad del hombre y la idea de arte. Todo
lo cual me llevó a hacerme la siguiente pregunta ¿qué características debe
tener algo para qué algo sea nombrado objeto
de arte?
Desde el
Renacimiento se venía manteniendo que hay formas, objetos, manifestaciones
plásticas, fundamentalmente visuales y sonoras que objetivamente son llamadas
obras de arte, mientras sean admitidas como tales por una teoría, vía
normativa, estética o una reflexión histórica. Todos los demás objetos que no estén
directamente originados por las llamadas artes mayores, arquitectura, escultura
y pintura (según la clasificación de Alberti) son considerados como artes
menores, como objetos estéticos o artes ornamentales y decorativos.[2]
A la pregunta moderna ¿es la fotografía arte? le
corresponderá la respuesta posmoderna: sí, es un arte el capturar imágenes a
través de la visión del artista que interpreta y funde -según Joan Fontcuberta-
“lo real con la ficción y la fotografía puede cerrar un ciclo: devolver lo ilusorio
y lo prodigioso a los tramos de lo simbólico”. Así que la pregunta
contemporánea que sigue (obligada por supuesto) ser: ¿es el arte fotografía?
pongamos que lo retratable, según Benjamín, es también objeto de lo
multirreproducible, esto implica que el ejemplar único ya no es lo absoluto en
el arte, como el caso de la pintura, y que a partir del negativo
mecánico-gráfico la cantidad de positivos será otra forma del caprichoso arte
que invita a coleccionar (tal es el caso del comic por ejemplo). El arte actual
no se resume en una fotografía ya que todo momento del arte es el resultado del
hombre en su momento histórico, la fotografía que significó una nueva forma de
expresión a partir del siglo XIX convive y comparte créditos con las artes
alternativas como el performance, la instalación, el multimedia, etc. En la
segunda mitad del siglo XX la fotografía pasó también a formar parte de la obra
que no necesariamente tiene que estar conformada por una sola disciplina por si
sola, hablamos entonces de la multidisciplinariedad de la obra, así, la imagen
fotográfica se vuelve además del momento parcialmente detenido, en una parte
fundamental de la comunicación y correspondencia de la obra de arte actual.
Pero, ¿Qué se necesitó para qué la fotografía sea un objeto y sobre todo de
arte?
Desde
el punto de vista clásico la fotografía no es considerado una de las bellas
artes como tal, es más bien considerado una herramienta para la ilustración,
pero desde el punto de vista de los criticos y artistas actuales, las
reflexiones de Walter Benjamín, Raquel Tibol, Gisele Freund, Olivier Debroise,
John Marz e incluso Pedro Meyer nos dan un punto de vista diferente al arte
fotográfico como arte mayor que el de los teóricos de arte del siglo XIX[3] y comienzos del XX.
Para
empezar analicemos que la fotografía no carece de una belleza ni de una
estética; por el contrario comparte con nosotros instantes que al transcurso
del tiempo, serán imágenes, testigos mudos de diversos acontecimientos.[4]
Las definiciones de la fotografía, el
objeto, el arte y su estética son por demás entendibles pero, aún así,
entendamos a la fotografía como el acto irreducible de manipular la luz a
través de un aparato llamado cámara para así obtener imágenes que
posteriormente veremos -después de pasar por un proceso químico o digital-
impresas en diferentes formas. El objeto es cualquier cosa material o
inmaterial que centra en determinado momento la atención de la conciencia de
manera afectiva o intelectual y que existe al margen de dicha conciencia
(subjetiva)[5].
La aisthesis se ocupa de la sensación de lo que se percibe. La belleza
está perenne ya sea en la naturaleza o en el arte, como idea y como doctrina
filosófica.[6]
Y finalmente el arte es una actividad humana capaz de generar emociones por medio de artificios[7].
El realismo que propone la fotografía en cuanto a lo que llamamos
representación tiene su origen en el realismo medieval del arte de occidente.
Este fervor por la representación incluso llega a la fascinación por la imagen
perfecta que observamos en la pintura flamenca.
Aunque el principio del
realismo en la prehistoria es la necesidad de proyectar su marca sobre las cosas, la semejanza será el próximo
paso que se dé. Es decir buscar semejanzas en la naturaleza hasta poder describir
con un pincel y el color la forma y el objeto. A la premisa de "pinto lo
que veo" de Courbet, Man Ray contestará que él fotografía lo que no pinta,
y sus imágenes son tan inquietantes como el mismo surrealismo que va más allá
de la simple representación.
Llevar
un objeto, cualquiera que éste
sea a una galería o museo, puede convertirse en el momento que entra una obra
de arte; y esto, si y sólo si el autor así lo designa. Tal fue el caso,
-afortunado diría yo- del urinario titulado "La
Fuente" que Marcel Duchamp expuso hacia 1912 en el salón de los
independientes -que resultaron no ser tan independientes después de todo- y que
consideraron esta pieza como una burla al arte, sin embargo este será un
momento decisivo para el arte contemporáneo. Si bien "Las señoritas de Avignon" de Picasso marcó un parteaguas
en el arte del S. XX, ahora, "La
fuente" hacía lo suyo; poniendo
en crisis la forma de y la formalidad de lo que hasta ese momento era llamado
"arte". Y si el urinario no había sido fabricado por el mismo
Duchamp, éste sí le había adjudicado el valor y áurea corpórea de objeto de
arte, descontextualizándolo para convertirlo en una pieza mas allá de su
cotidianeidad.
La
fotografía tiene su origen objetual-cósico desde el momento en que es palpable, pero se vuelve objeto de
culto en el mismo instante en que esta imagen llega a la pared y pasa de ser
una simple imagen que ocupa un espacio determinado, ya sea en un periódico o en
un álbum familiar, a un fetiche.
Este
fenómeno del objeto redimido fetiche lo encontramos claramente explicado en una
interpretación de Regis Debray en donde tras la muerte del ideal del hombre
(Dios) en la modernidad muere el hombre como ser, y este ser creativo da muerte
automática al arte; misma muerte que el movimiento Dadá de Zurich propone como
arte del s. XX, aunque el dadaísmo también en su forma de ver la vida va a
sentar las bases del arte conceptual.
En
la actualidad un objeto que se descontextualiza de culto ya no son las pinturas
de los santos en las iglesias, ni las estampillas de las vírgenes milagrosas
mil veces reproducidas. Un objeto de culto es el fenómeno Britney Spears
que ocupa el lugar que tuvieran otrora las musas de los pintores, pero también
representa los valores de la juventud y por si fuera poco los contravalores de
la inocencia.
Así
ella, como ser se convierte en objeto (imagen) fetiche de culto a la que no
necesariamente le rezamos pero si le encomendamos algunos deseos.
II
El caso del objeto (según Duchamp).
"Cualquier cosa...
todo lo que puede ser materia de conocimiento o
sensibilidad de parte del sujeto, incluso este mismo." dice la definición
del diccionario acerca de los objetos. En el caso del arte, el objeto como tal
es leit motiv para realizar una obra
de arte. Está claro, pues, que el objeto (de arte) será entonces como tal el
que descontextualizado y redimido, ahora tenga la trascendencia en el arte
contemporáneo.
El
objeto que ahora consideramos como arte cuando fue hecho pensado en la
funcionalidad no tenían un fin estético, es decir, las ollas de los primeros
hombres no estaban destinadas para exhibirse en un museo, sino a una función
practica, aunque al paso de los años se le añadió la decoración y es este mismo
valor a lo decorativo lo que obligó a que en el s. XVIII abrieran las puertas
los primeros museos y lo que vamos a encontrar ahí son objetos con un valor
simbólico. El problema según Debray[8], es la selección de estos
objetos bellos que se exhibirán en adelante. Sin embargo, un pensamiento que se
contrapone, es el pensamiento filosófico de Emmanuel Kant que se acerca un poco
más al concepto que maneja Duchamp: el arte está en el sujeto y no el objeto.
La invención de Marcel Duchamp se define como lo "ya hecho" o "ready
made". El objeto no es creado por el artista y la elección de dichos
"ready mades" está basada siempre en la indiferencia visual, al mismo
tiempo que en la ausencia total del concepto de buen o mal gusto.[9] Así
el valor estético se ha dejado de lado en el caso de los objetos duchampianos.
Duchamp clasifica sus objetos (ready made) como: para mirar, de
manipulación recomendable y manipulación obligatoria.
Estos parámetros se pueden aplicar a los objetos utilizados en las
obras de arte y en especial a los de tres dimensiones, es decir a cualquier cosa.
Ready-Made:
Objeto visual
ascendido a la dignidad de objeto artístico por simple
elección del artista.
Marcel Duchamp.
Otro
motivo de arte en cuanto al objeto, es aquel que nos da el tema. Es decir, un
bodegón de objetos inanimados de naturalezas muertas tienen una historia o
anécdota por contar cuando lo vemos y cuando lo reproducimos.
De esta forma el objeto tiene como
objetivo el que el espectador sea de alguna forma motivado por su percepción y
se acerque para que ésta se traduzca en sensaciones que le emitan la obra.
Este objetivo (el porque y para que) como objeto es el más
importante a mi juicio, ya que transmite sensaciones, y no es un cadáver que
ocupa un lugar el cual podría ser menos desperdiciado.
El objeto de soporte (el con qué) como
cosa en la fotografía será también -incluso- el papel fotográfico y la
película, los lentes (tambien llamados objetivos también llamados así), las
cámaras; pero este fin está por demás implícito es la técnica.
Las imágenes fotográficas como tal,
hablan por si solas, comunican y son tan crueles que no dan pausa a lo que
transmiten. La imagen fotográfica encierra en todas sus dimensiones todas las
sensaciones, y como estas ya han pasado por nuestros sentidos, disfrutarlas no
será difícil, así rechazarlas o aborrecerlas tampoco.
Podemos sentir una contracción en lo profundo del estómago e
incluso hasta el sofoco cuando vemos una bala de goma impactarse en un libanés
y éste se dobla ante el dolor, sin embargo no suelta la bandera de sus manos,
esto sucede ante los ojos de sus compañeros, ante el fotógrafo y después ante
nosotros.[10]
Nos excitamos al ver los cuerpos
desnudos o lloramos al ver el retrato del ser amado que ha muerto. Una
fotografía es pues una cotidianeidad elevada, redimida, ascendida a un nivel
más alto por designación nuestra. No necesitamos ser creadores de arte expertos
si la obra nos transmite una emoción, por ello, obra de arte. Sé que es una
fácil designación, sin embargo, si el objeto reúne todas estas cualidades no
veo por que no darle la asignación que merece.
Barthes piensa que “una foto puede ser objeto de tres prácticas o
tres emociones o de tres intenciones: hacer, experimentar, mirar. El operador
es el fotógrafo. Spectador somos los que compulsamos en los periódicos y
aquel o aquello que es fotografiado es
el blanco, el referente.”
Cuando hablamos de objetividad en la fotografía nos referimos al
objeto a captar, pero también del objetivo cualitativo, del por que retratar
(la mejor interpretación de lo real),y también del objeto como ente cósico. De objetividad, en la imagen. En
razón pura, la imagen nos lleva de la
mano a descifrar lo que vemos como contenido dentro de una maria-luisa, pero a
su vez es ella misma, un ser único e irreductible en la escala de las formas, y
por conclusión la belleza es la que imparcialmente se vea con objetividad -que-
variable, puede ser la que nos lleve a la razón del objeto en verdad bello.
El
objeto entonces, va más allá de su función. El resultado de un concepto, como
Berenson menciona: “es el producto de
la actividad en la mente pero no tal actividad”. Con ello alude al arte conceptual en que el concepto por sí es la
base; y
el resultado es el concreto y visual - en ocasiones -.
Aristóteles ya hablaba de la obra de arte como la que se vale por sí
misma y por ello bastará que se presenten sus cualidades propias; el urinario
de Duchamp es una obra que (por sí sola) se define como un gran salto en el
arte para alejarse de la representación bucólica y romántica anterior, entonces
tenemos el triunfo irrefutable del objeto ante la crítica mordaz que lo
engulle. El objeto va más allá de su representación, es él mismo. Recordemos la
pintura de Magritte “Esto no es una pipa” y claro que no es una pipa, es la representación
de una pipa, en la fotografía lo que vemos no es al retratado, es la imagen del
retratado y quién sabe si se parezca.
Pero la
fotografía como objeto tendrá un planteamiento que se divide en dos líneas. El
objeto fotográfico que alude a la técnica y el objeto visual-pragmático que
Fontcuberta describe de otra manera que abarcaré más adelante.
Identificar la fotografía, calificarla y clasificarla
"por los patrones por los que hasta ese momento se había regido la
pintura"[11]
tenía sentido en la época en que nació como tal (hacia 1839 se le adjudica el
título destilado del vocablo griego por sir John Herschel ), y por supuesto el
calificarla de arte menor no era difícil. Pero en la época actual la forma como
se considera a la fotografía es totalmente opuesta a la pregunta de si una
máquina fría era capaz de producir una verdadera obra de arte o acaso ésta
podría tener la personalidad del artista. Pregunta que sin duda se resuelve más
tarde con las propuestas estéticas de los fotógrafos que transitaron en las
vanguardias del siglo XX, y que supieron utilizar la cámara como un instrumento
para crear un lenguaje que expresara lo que hasta ese momento ninguna otra de
las artes podía hacer y de esta forma también como en respuesta al mundo
mecánico-tecnológico y científico que estaba naciendo en el siglo XIX en donde
la naturaleza ya no será la misma que antes, sino que a partir de la fotografía
la representación de la naturaleza será más objetiva apreciada a través del ojo
es la de la cámara.
Roland Barthes, quien se distingue por sus ensayos sobre el
análisis, semiológico reflexiona sobre la fotografía :
“Me
embargaba, con respecto a la fotografía, un deseo “ontológico”: quería, costase
lo que costase, saber lo que aquella era -en sí-, que rasgo esencial la
distinguía de la comunidad de imágenes. ¿Quién podía guiarme? Desde el primer paso, la
clasificación.”[12]
Sin embargo
Barthes llegó a la conclusión de que la fotografía era, por su esencia,
inclasificable. El nuevo prodigio de la ciencia y la tecnología debía ser
recogida y asumida por los nuevos artistas como un resultado de la modernidad,
que, sin olvidarse de las técnicas de sus antecesores debían subirse a la nueva
nave que los llevara a la búsqueda de una novedosa propuesta estética de arte.
Un fenómeno similar está ocurriendo ahora respecto a la fotografía digital en
cuanto a las nuevas posibilidades para la imagen, que, no vendrá a remplazar de
un día a otro la fotografía tradicional-química de la fotografía. Sino por el
contrario también es una transición de técnicas y tecnologías. Actualmente los
museos y galerías ya están exhibiendo obras digitales en sus muros. Basta
observar la obra digital de fotógrafos impresas en papeles fine art .
La
función estética es lo que nos interesa ahora más que recordar las técnicas, ya
que la fotografía se considera como medio del que deriva directamente el
mensaje, parafraseando a McLuhan, según el cual la imagen habla por si sola, y
la interpretación que le acompaña será por demás derivada, en otras palabras:
en una fotografía yo veo lo que me dice el objeto e interpreto a partir de lo
que aparenta haber en dicha imagen de acuerdo a mi bagaje cultural.
III
El paso de la cosa al objeto de arte
Si bien la fotografía como artesanía nace formalmente en
Daguerre ya que en los experimentos de Niepce es tan sólo el paso del
nacimiento a la divulgación; aunque no se niega la importancia de Niepce,
mencionarlo es un formalismo científico y tecnológico además de anecdótico, es
decir, histórico.
No obstante
la fotografía tiene sus orígenes más atrás de Daguerre, no olvidemos que sus
antecedentes surgen desde Aristóteles, el árabe Alhazen e incluso en Bacon con
respecto a la cámara y Schulze con respecto a las emulsiones.
Joan
Fontcuberta nos menciona que el origen de la fotografía se divide en dos
génesis: la tecnológica (que en
este caso no nos atañe) y la funcional (para lo que sirve).[13] Además añadiría también
la visual-pragmática, “lo que dice”.
Encontrar
la belleza suprema, sublime va de la mano con la estética y su discusión acerca
de lo bello. Fontcuberta plantea que la mecanicidad del procedimiento
fotográfico y su automatismo chocaba con las teorías estéticas -y en directo
con las de Berenson- que se basaban en el ideal del genio romántico.
A
la pregunta ¿podría una máquina dejar
patente la personalidad del artista? el pensamiento de Bernad Berenson
responde no. El caso Berenson en cuanto
a la fotografía es serio. Ya que es uno de los críticos de arte más mordaces y
por ello más agudos y que, a pesar del tiempo, más ha influido. Pero en cuanto
a la fotografía, Berenson expresa que es
una herramienta y "un sirviente no
muy digno de confianza; un sirviente más dispuesto a seguir los caprichos, y
aún los vicios del operador-crítico que a ratificarlos. La fotografía en el mejor de los casos es un instrumento
del manipulador, un instrumento inseguro". Pero quién nos dice que el
cuadro de “La coronación de Napoleón” de Louis David no ha trastocado y ha
manipulado el interior de Notre Dame
redecorando el barroco con clásico-renacentista.
Berenson, temeroso de admitir a la
fotografía como arte tan sólo cree que: "la cámara es un instrumento en
las manos del fotógrafo" pero no deja de considerar a éste como mediocre y
de ingenuos prejuicios, y ademas considera que "¿cómo se le va inducir a
ver con su cámara lo que no puede ver con sus ojos, es decir, con la mente tras
los ojos? los ojos sin la mente sólo percibirán en los cuerpos sólidos
manchas o bolsas de sombras y zonas de
luz, ocupando y dividiendo un área determinada".[14]
Berenson
nos lleva de la mano -sin quererlo- a pensar en: ¿Está realmente la vista del fotógrafo
educada? o ¿es un mero apretador de botón?
Este planteamiento hecho por Berenson
hacia fines del siglo XIX y comienzos del
siglo XX (aún válido) nos lleva a la reflexión que
plantea Pedro Valtierra en 1999:
En fotografía lo estético
no está reñido con lo periodístico... El fotógrafo contemporáneo tiene hoy más
que nada, una preocupación por lo estético y también por lo informativo, así el
fotógrafo deberá preocuparse por su formación, no solamente estética, sino
también política y cultural.[15]
Así
Valtierra nos deja ver que el fotógrafo, el verdadero fotógrafo no será más un
apretador de botones ni movedor de objetivos, sino al contrario, es un
personaje capaz de tener una visión distinta con la que dará un punto de vista,
así como su opinión propia a través de la imagen. [16]
Entonces el producto de la visión del
fotógrafo verdadero no es menor que otros objetos de "arte", la
belleza que existe en la imagen que nace a través de la cámara no es menos que
la representación quirográfica de la pintura. Ni tampoco será de menor fuerza
ni espectacularidad que una escultura.
Cuando observamos una pintura o una
escultura, vemos objetos con un valor estético gracias a la luz (incidente y
reflejada que es un problema de la física y la óptica), y si nos deleitamos
gozosamente con ellos será porque son verdaderos, reales y tangibles pero
susceptibles de ser interpretados interpretativos. La fotografía es pues la
imagen que nace de la luz, mucho antes creada que el mismo arte. La fotografía
es el objeto que nos refleja la realidad y ésta se traduce en verdad; ya que a la foto por más que se
le pueda recortar, editar, desprender o destruir no perderá su aura de "verdad", porque sigue siendo una
fiel representación, aunque ésta sea muy pequeña, de una imagen que ocurrió en
el espacio-tiempo. Si tomo un fragmento de una foto por ejemplo la imagen más
divulgada del “Che Guevara” del fotógrafo Alberto Korda, no deja de ser una
imagen en un espacio-tiempo con circunstancias naturales y reales que en la
imagen fotográfica impresa se convierten en atemporales. Pues un fragmento de
esta imagen, digamos un ojo, nos dará una lectura diferente del conjunto, pero
nunca dejará de ser el ojo del “Che”. Cosa que no pasa con la escultura y la
pintura figurativa ni hiperrealista, ya que si las fragmentamos perderán su
carácter de imagen interpretativa y se volverán abstracciones de esa interpretación. Luego “la verdad subsistirá aunque se
aniquile el mundo" según San Agustín.[17]
En
conclusión, si pienso en la cosificación de la fotografía, debo pensar en este
objeto de arte que además es un medio de comunicación que va mas allá del
objeto decorativo y se vuelve el ideal de lo coleccionable como sustento de la
copia.
IV
El caso de la
estética.
El
hablar de estética no sólo es el tocar el punto de lo bello sino que más allá
este tema enytra en el terreno de lo filosófico, entonces la estética pasará a
través de la metodología, la metafísica, los juicios axiológicos,
gnoseológicos, etcétera.
La estética busca (como rama de la
filosofía que es) indagar en las raíces de la belleza y el arte así como sus
principios fundamentales y universales.
Si
bien las ciencias basan su criterio en la causa y el efecto, la filosofía busca
el conocimiento en la forma especulativa que de ninguna manera es menor que la
científica.
Un día me fijé como brotaba
sangre de mi mano al pincharme con un alfiler. La sangre que corría por la
palma estaba tan perfectamente ordenada que parecía haber sido dibujada por el
mejor de los dibujantes, pero lo que a la vista no se percibía era el dolor que
tenía en la mano; el dolor no cesaba y tuve que lavarme con alcohol para que
cicatrizara pronto.[18]
Aquí
tenemos dos apreciaciones de los sentidos, o tal vez tres. La primera es la
vista de la línea de sangre que parecía hecha por el mejor de los maestros,
bellamente trazada (y como concepto se antoja para la mejor de las
instalaciones de SEMEFO[19] o
tal vez de arte Gorge); la segunda es el dolor, que es abstracto. Las dos son
apreciaciones encontradas que caben perfectamente en la definición griega de
estética. Aisthesis significa
sensibilidad o capacidad de percibir a través de los sentidos o experiencia de
algo el mundo exterior. Una tercera apreciación será, dependiendo de la
idiosincrasia del observador, la kalopoética[20] que
le aplique a la imagen, y esta será el aura que al fin dicha imagen tenga. Al
hablar de Kalos[21]
es la belleza de las cosas, no así de la aisthesis;
que en términos platónicos es el artífice de
lo bello, la base de este: la composición que a su vez se traduce en ritmo,
colores, las formas, espacio, simetría, etcétera. nos dará la razón que sencillamente
resumió Platón en "La variedad
dentro de la unidad"[22]
y viceversa, la belleza en y de los objetos.
En una imagen encontramos: la proporción espacial, el color, el
contraste, el ritmo, la sección dorada, aplicación,
organización de la forma y el espacio, la simetría y asimetría, equilibrio. Los
esquemas tradicionales y la elección del tema
también son características de alguna o todas las formas de la
fotografía, ya que como he mencionado, la fotografía adoptó en sus principios
la formalidad de representación y organización de la pintura.
Componer un cuadro y una fotografía en la primer época de esta
última era de manera substancial muy parecido a la pintura, incluso el hecho de
la fantasía y de como abordar los temas consagrados y hasta la forma de posar del modelo era herencia
directa de la pintura, basta recordar las piezas de Rejlander o los retratos de
Carrol y Cameron.
Aunque
no insistiré demasiado en cuanto a la composición de una pintura y una
fotografía si haré mención de que hoy, en ambas, incluso en el arte abstracto,
no se deja de lado la organización de los elementos de acuerdo con la regla de
oro que se basa en el principio general
de contemplar un espacio rectangular dividido, a grandes rasgos, en terceras
partes, tanto vertical como horizontalmente. O, explicado de otra forma,
bisecando un cuadro y usando la diagonal de una de sus mitades como radio para
ampliar las dimensiones del cuadrado hasta convertirlo en rectángulo áureo[23].
de para que con ello exista una correspondencia que lleve a un
orden que a los sentidos sea agradable, armónico o no.
Ahora bien, para percibir la estética
o lo que llamamos estético el objeto tendrá forzosamente que pasar a través de
los filtros de la percepción y de la razón; en donde la razón, es decir el
pensamiento no existirá sin la percepción[24].
Evidentemente el problema del ver es
de carácter natural pero ese "ver a" tendrá también su relación
directa con el saber. El conocimiento que según Stuart Mill "no hay nada en la mente que no halla
pasado por los sentidos"; esto nos llevará a afirmar que el
pensamiento y la razón son visuales desde la apreciación de Arnheim, pero la
razón será también en virtud de la capacidad de discernimiento del observante,
del perceptor, pues no es la misma capacidad de razonamiento la de una persona
que no tiene ningún acercamiento con el arte a quién si. Aunque alguien que no
sepa tendrá por sí mismo una idea propia de lo que significa "lo bello"
o no esto es que tendrá su propia
estética de acuerdo a lo que sus sentidos intuitivamente le indiquen que es
bello, y el erudito en el arte tendrá otra preocupación acerca de "lo
bello".
Y este es un síntoma del por que lo
visual no representa lo mismo para todos. Pero... ¿la percepción es confiable?
pregunta Arnheim; muchas veces lo que vemos o pretendemos percibir a través de
la vista ya no está ahí, es decir, los sentidos nos engañan. Tal es el caso del
cine, que es la suma de la óptica aplicada (de la fotografía) y la persistencia
retiniana, que es un fenómeno óptico que consiste en que aquellas imágenes que
son proyectadas por una fracción de segundo permanecen en nuestra retina sin
borrarse y al sumarse tendremos la
ilusión de movimiento.[25]
Ahora, analicemos en que nivel de la estética estamos, es decir,
si nuestros parámetros de percepción de lo estético son solamente de recepción
o de creación. Debray[26]
maneja sin saber esta clasificación, o tal vez no lo hace consciente ya que en
su texto no escribe de esta clasificación; el arte que suponemos universal no
quiere decir que a todos en el mundo
tenga que gustar, nuestra propia estética está encaminada a la recepción
debido a la educación visual, pocas veces se encamina a generar arte. Nos hemos
convertido en devoradores de imágenes, sólo que tendremos que ajustar nuestros
filtros de percepción para que estas imágenes sean analizadas y no entran
solamente así, ya que todas las imágenes tienen un contenido codificado de tal
forma que debemos incluir esos dosificadores a nosotros mismos. Me atrevo a
preguntar ¿tenemos una verdadera educación visual o nos formamos una estética
personal autodidacta empírico-intuitiva?.
En
nuestra condición de habitantes de un mundo donde abundan las imágenes nos
hemos vuelto más allá del homo videns, homo-intuitivus-videns, es decir, a
veces creemos que algo es “bonito” porque así nos lo contaron.
V
La verdad como
fotografía y viceversa.
“El arte es
fundamentalmente verdad,
pero una verdad que
trasciende el tiempo y la geografía”
Patricia Mendoza
La
verdad es personificada por la luz[27]
según el planteamiento parmenidiano, donde el vidente es aquel que va sin
empacho alguno en busca de la verdad, y será guiado por la necesidad, y esta
“verdad” no es la del hombre sino la de las cosas, la de los objetos, incluso,
de los cuales -dice alberto
García- “del cual el hombre no es espejo."
Lo
verdadero lo ubicamos como lo bello por asociación automática, pero no siempre coincide con la estética personal,
aunque entendemos a la estética como disciplina
filosófica que comprende tanto la teoría de la belleza como el arte en cuanto a
sus principios esenciales, en donde considera al mismo arte creación especial
del hombre, de objetos bellos y también de las otras tres bellezas conceptuales
que son la naturaleza, la humana y la moral.[28] La belleza difiere del contemplador ya que
cada uno tiene una apreciación diferente. "está en nosotros mismos; el
investigar esas razones, el investigar las causas de los placeres de nuestra
alma".[29]
Kant ubica la belleza en la facultad del sentimiento que se traduce en
un juicio. "Bello es lo que place en el mero juicio (no en la sensación de
los sentidos ni mediante un concepto.[30]
Ahora bien, la belleza encierra en sí la gracia, la elegancia, lo sublime, lo
trágico, lo dramático, lo místico y sus contravalores. Que en determinado momento también reúne la fotografía al ser u
objeto, ya que si bien el arte no es una
imitación de la naturaleza como señala Samuel Ramos, es ella porque conlleva una
actividad del espíritu.[31] En
el caso concreto de la fotografía ésta es una actividad espiritual; a pesar de
que representa la realidad utilizando una emulsión, existe la colaboración del
autor para hacerla. Berenson no la cree con la capacidad de arte, pero piensa y
acepta que la intervención del fotógrafo es imprescindible, de esta manera
Walter Benjamín dice que el fotógrafo está delante de una máquina sometida a
leyes limitadoras. Esto en conciencia de que "la naturaleza que habla a la
cámara es diferente a la que habla a los ojos".[32] Y si bien es verdad que las leyes ópticas son
inquebrantables pasa igual con lo sensorial, es decir, se perciben a través de
los sentidos. El aprender y aprehender una imagen en la fotografía tiene
entonces que pasar por un momento cognoscitivo, ya que ningún conocimiento es
por generación espontánea.
El uso de la cámara como máquina tendrá que ser mediante un
proceso previo de cognición de las leyes de la óptica y la luz, sin embargo las
sensaciones que producen la destreza y la pericia del fotógrafo al utilizar las
leyes en beneficio de una imagen para transmitir sensaciones es lo que
producirá el éxito, y en ello radicará su valor de arte mediante una imagen que
también pudiera ser bella o no. Para Kant la
belleza en el sentido cualitativo es "un objeto de una satisfacción
desnuda de todo interés",[33] y en
el sentido cuantitativo la belleza es lo que agrada universalmente. Aquí reparo
para afirmar que: la fotografía pudiera o no agradar a toda la gente puesto que
–como lo afirma Platón en los Diálogos-
Lo bello es de las cosas más difíciles,[34] lo
bello es "la forma de la finalidad de un objeto, en tanto que lo
percibimos sin representación de fin", según la clasificación de Kant de relación.
Pero el peligro que corro al
involucrarme en la estética y la belleza de la fotografía será que la sitúe en
la postura de arte que podría intelectualizare, como dirá André Malraux[35], sin
embargo sostengo, y coincido con él, en que la obra de arte
intenta acercarse a una representación ideal.[36]
Aunque "el arte plástico -hacia la Edad Media y el Renacimiento- fue
principalmente, [y] durante muchos años, el de la creación de un mundo
imaginario o transfigurado";[37] la
llegada de la fotografía cambiará radicalmente la estética clásica, y en
consecuencia la mirada del contemplador, su criterio y su interpretación.[38]
Con la modernidad viene la nueva
estética que no había variado nada desde el Renacimiento; en consecuencia el arte de la modernidad trae a la
fotografía implícita y el hecho de pensar que la máquina óptica no podrá
representar lo que es creación divina es tan incongruente como pensar que
"los objetos no son vistos a través de un temperamento"[39] y
que no podrán transmitir la personalidad del artista fotógrafo. Ya que la intervención
de éste es inevitable, se resuelve aquí la pregunta que quedó atrás sin
respuesta: ¿si una máquina fría era capaz de producir una verdadera obra de
arte y además esta última podría transmitir la personalidad del artista? La
verdad es que sí y depende del mismo autor.
La fotografía en cuanto a la
representación de la realidad habrá de pasar muchas penurias. En la multicitada
representación de la realidad se condensa lo real que ya no se puede tocar y ya
no hay futuro ni pasado, el tiempo está inmóvil. La realidad que se busca ya no
es la que vemos impresa ya que habrá pasado tiempo desde la toma de la imagen
hasta el resultado concreto. Lo que vemos no es en un tiempo real, por ello si
fotografiamos una fruta muy apetecible hoy, tal vez mañana sea imposible
comerla. Esto es, que tenemos entonces la
realidad fotográfica. La realidad fotográfica no se encuentra en ningún
tratado que implique valores de la estética y filosofía in de profundis, tan sólo se refiere a la
temporalidad de la imagen y su entorno que nos refleja como documento. En poco
tiempo puede cambiar el entorno donde fue tomada la imagen pero su valor como
documento no.
Cabe
mencionar que también “la realidad fotográfica” tiene un nexo según Pedro
Meyer, con la mirada a partir de la subjetividad de otro, sobre el mundo, y lo
entendemos a partir del ángulo en que alguien lo decidió; yo lo propondría en
otras palabras: estamos generando una pre-mirada ante la cual no existe una
actitud crítica, tal y como sucede cuando escuchamos música. Si en la calle nos
mientan la madre existe una respuesta ante ese estímulo agresivo, sin embargo
en una canción puede haber la misma actitud y hasta bailamos con mucho gusto.
La realidad que vemos en las fotos es relativa, en verdad se
convierte en memoria y será también otra dimensión, “será objeto parcial con
valor de fetiche y la revelación la convertirá en milagro”.[40]
En cuanto a la realidad alterada podría incluso pensar ya en
"La Realidad" que señala Pedro Meyer en el trabajo digital:
Trastocar
una fotografía, algo que se toma en la mayoría de las culturas como
"prueba de la realidad", es un asunto tan profundo, que para poder
tratar los consiguientes problemas de manipulación (digital), estos han sido
colocados en el contexto de un problema moral importante.
En el caso de la fotografía algunos han llegado tan
lejos como a sugerir que las imágenes digitales ya no están calificadas para
designarse con el término de fotografía. Por lo tanto, a uno se le expulsaba de
la sociedad y se le declaraba un no-fotógrafo. Se nos ha dicho: "No
alteraras una fotografía"...
No había problema en usar maquillaje y toda suerte
de cosméticos para embellecer el color y el tono de la piel, pero si uno se
atrevía a corregir algo una vez tomada la fotografía, debías hacer todo tipo de
reconocimientos de que la "realidad" había sido trastocada.[41]
Esto
nos lleva a la reflexión de qué tan
real es la realidad. Hasta
dónde la imagen está legítimamente representada como los ojos del fotógrafo la
contemplaron y qué tanto la realidad se alteró al pasar a la imagen posterior.
Hablar de esta realidad trastocada es hablar de la interpretación de cómo los
materiales se comportan ante esta representación y la forma de representar.
Todo esto es aparentemente un problema de orden técnico,
porque la técnica es la que da el
resultado de la visión del fotógrafo. Alteramos la realidad cuando la
fotografía es tomada en blanco y negro, alteramos la realidad cuando la imagen
es captada con un lente angular. Pero es
menester reconocer y reiterar que la fotografía es el arte que mejor interpreta
esta realidad y el artista es el que esta libre de hacer su propia elección de
como será esta interpretación.
Habrá pues que resaltar que la foto digital no modifica el
concepto de la foto como objeto de arte, al contrario, le da más posibilidades.
Aunque
entendamos que en la era que estamos viviendo la fotografía digital es
desechable, es decir todo es rápido en los procesos de la técnica de dicha la
fotografía, y si a eso añadimos la vorágine de un sinnúmero de cámaras
digitales en el mercado, que además en poco tiempo se vuelven inservibles ya
que otro modelo las reemplazará en corto tiempo sin contar que las impresoras
aún no superan la calidad fotográfica del papel de sales de plata por mucho que
la publicidad pueda hacer por convencernos de lo contrario y aunque los papeles
con tratamiento de galería los llamados fine art tengan una duración de
más de 100 años no dudo que la fotografía digital tenga su espacio propio en el
ciberespacio pero en lo que sí dudo -y con mucho- en que reemplace a la
fotografía de película de cuajo. La alquimia del laboratorio tal vez pueda ser
reemplazada por otro método pero como soy un romántico espero que no sea
mientras estoy vivo.
Pedro
Meyer se anticipó y en mucho a la fotografía digital y vaticinó que el
laboratorio fotográfico había ya muerto. Todo depende de la perspectiva desde
donde se vea. Por el contrario de ayer en que
los fotorreporteros revelaban sus rollos mientras se transportaban del
lugar de la toma a la redacción del periódico, hoy encontramos cámaras que
transmiten imágenes por vía celular o por e-mail. Sin embargo no me voy
adentrar en una discusión de lo que la realidad es o no con respecto a la
fotografía digital ya que no me
considero letrado para tan diametral tema. Pero sí diré que la realidad en la
que vivimos, conscientes de la
materialidad de la razón es donde, la verdad en la que está encerrada la
percepción, con la que apreciamos la fotografía.
Durante la percepción de la imagen no
como espectadores sino como hacedores de la misma debemos de alguna forma
implantar la poesía propia.
"Para
el saber fotográfico -señala Miguel Ángel Ramos- sólo existen instantes y podemos suponer que
lo instantáneo no existe si no es como guarda o mirada humana. La teoría
estética de adorno - añade- ya nos
ofrece esta idea, las artes del tiempo, entre las que colocamos ahora a la
fotografía, como máxima expresión de lo no contenido por ella, de lo negado
directamente por su proceder, quisiera brillar un instante para más tarde
explotar".[42]
El
objeto que explota no es sino otro que el del relámpago que detiene la historia
en una placa, la hace reliquia y la pasa a través de la lente de la reflex.
En conclusión, el que observa un objeto sólo lo puede definir a través de la lectura que
haga por medio de sus sentidos y esta lectura será tan personal como su propia
imagen estética. Independientemente de la foto que observe esta lectura será su
realidad y propia verdad.
[1] Los estudios que
realicé son de Artes Visuales con especialidad en Artes Plásticas en la UA Q.
[2] José Fernández
Arenas. Arte Efímero y Espacio Estético. Ed. Antrophos 1988.
[3] Para saber más
sobre estas reflexiones sugiero al lector consultar la bibliografía al final de
este ensayo.
[4] Sandra Aguilar
Loya, El Financiero, viernes 21 de enero. 2000.
[5] Esto en
conciencia de que la definición ha sido tomada del diccionario enciclopédico
Grijalbo. Madrid, 1999
[6] Ídem.
[7] Ídem.
[8] Regis Debray:
Vida y muerte de la imagen, paidos comunicacion. 1998. P117.
[9] Juan Antonio
Ramirez. Duchamp, el amor y la muerte incluso. Edit. Siruela. España. 1993
[11] Fotografía:
conceptos y procedimientos. Joan Foncuberta. Una propuesta metodológica.
Colección Medios de Comunicación en la Enseñanza. Editorial GUSTAVO GILI S.A.
Barcelona 1990
[12] Roland Barthes.
La camera lucida. Ed. Paidós Comunicación. 1995.
[13] Joan Fontcuberta.
Op. cit
[14] Bernard Berenson.
Estética e historia en las artes visuales. Breviarios del Fondo de Cultura
Económica. 1956.
[15] Conferencia de
Pedro Valtierra en Galería Libertad, 11 de junio 1999 dentro de las actividades
del Ciclo Nacional de Fotografía, Querétaro 1999. Valtierra es el fundador de
la agencia fotográfica Cuartoscuro. En 1999 recibió el premio Rey de España.
[16] Sugiero leer el
libro de Pedro Valtierra. Una noche afuera.
[17] San Agustín Soliloquios. Capitulo II. Editorial Augusta.
[18] Nota del autor.
[19] SEMEFO. Grupo de arte alternativo que ha presentado Performances, instalaciones, arte objeto, video, en torno a la muerte.
[21] No olvidemos que
Talbot bautizó su maquina de hacer imágenes como "calotipo", imágenes
bellas.
[22] José Ma. Parramón. Así se compone un cuadro. Colección "Aprender
haciendo". Instituto Parramón. Ediciones Barcelona. 1969.
[23] Revista de diseño Gráfico Newsartesvisuales.com:
http://www.newsartesvisuales.com/funda/compo4.htm
[24] Rudolf Arnheim.
Nuevos ensayos sobre psicología del arte.
[26] Regis Debray.
Vida y muerte de la imagen, Paidos comunicaciones. 1198.p 115.
[27] El sentido de la
ontología de Parménides. Alberto García Salgado. Revista Filofágia, año 1,
numero 1 invierno. México. 1998.
[28] Alonso Dacal Op.
cit
[29] Ídem.
[31] Samuel Ramos. Filosofía
de la Vida Artística, Edit. Esparza-calpe. Col. Austral no. 974, Méx.. 1964.
[32] Walter Benjamín
Discursos Interrumpidos, Pequeña revisión histórica de la fotografía. 1976, edit. Taurus.
[33] Emmanuel Kant. Critica del juicio. I. Cita de Introducción a
la Historia de la Filosofía . Antonio Pérez.
[34] Platón.
Diálogos. Hipías Mayor o de lo bello.
[36] Idem.
[38] Sugiero al lector
consultar libros de arte de los periodos de la edad media y Renacimiento para
ampliar la información.
[39] Ídem. Cita. Pág.
117.
[41] Pedro Meyer. La
realidad" en el año 2000. Pagina de Internet. http://www.zonezero.com./editorial/enero00/enero.html
[42] Miguel Angel
Ramos. Mirabilia Comentarios sobre la
estética transobjetual de Olga adelantado.
Olga Adelantado. Fetch-up. Catalogo. Edit.
generalitat valenciana, 1997. Exteresa/arte Alternativo México 1997.
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