viernes, agosto 08, 2014



Esta fue mi aportación al homenaje a la Maestra Guillermina Bravo, el pasado 2 de agosto. en el Teatro de la Ciudad.



"Hay golpes en la vida tan fuertes… Yo no sé…  golpes como el odio de Dios"
                                                                                  Cesar Vallejo.


Estas palabras conmocionaron mi organismo la noche que bajó el telón del teatro del Palacio de Bellas Artes cerrando la vida artística del Ballet Nacional de México.

Proponiendo una temática y un entrenamiento diferentes a los que imperaban en la época, Ballet Nacional fue por naturaleza una comunidad revolucionaria durante 58 años; nadie tomó la estafeta, ninguno de sus bailarines, coreógrafos, maestros dijo "yo me hago cargo". Esa fue la conmoción, el golpe del odio de Dios que me perseguirá hasta mi muerte.

Paradójicamente los nutridos aplausos me equilibraron para decidir mi nuevo compromiso: lo que corresponde, lo que hay que defender, lo que hay que depurar; impulsar la estructura de nuevos profesionales que enfrenten mi nación convulsionada, ensangrentada, empobrecida, pero con un pueblo todavía vivo, sensible e inteligente susceptible a responder a nuestra información para encontrar en la fuerza y la belleza de la danza contemporánea, enseñanza, entretenimiento y emoción.



Guillermina Bravo.
Querétaro, Mayo 2007.

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