lunes, diciembre 26, 2016

XVII: La bienal de la ruptura.
Por Demian Chávez.

Revelador.

¿Que es fotografía en la actualidad?. Los recientes resultados de la XVII Bienal de Fotografía convocada por el Centro de la Imagen en la ciudad de México; han creado una intensa discusión sobre la fotografía, la imagen, el arte actual, y ha dividido intensamente las opiniones de la validez de la fotografía, de los ganadores, del valor en la actualidad de la imagen, del discurso, de la dialéctica insana y del fundamento de una pieza autoral.

La bienal se ha convertido pues, en el perfecto espectáculo para una pelea entre conceptualistas y documentalistas. Mientras los documentalistas buscan una bienal para participar dado que la propia terminó por desaparecer por una tremenda imperdonable mentira, los conceptualistas encuentran en la bienal un vehículo como pretexto de obra. Y los referees que se volvieron parte han dividido al público en las redes sociales. Éstas ultimas se han convertido en el perfecto ring y todo converge en una sola palabra que es la manzana de la discordia: Fotografía.

No estaríamos en esta pelea como observadores si no se hubiera perdido el ideal Vasconcelos en la educación. “Es evidente que en este nuevo ciclo carecemos de educación visual, cuando idealmente debimos entrar a esta nueva etapa con las bases sólidas de la educación visual.
La nueva ideología de Vasconcelos estaba orientada, justamente, hacia una posición contraria, lejos de servir a las necesidades de educar hombres para lo estrictamente utilitario, buscaba por medio de la instrucción popular, atacar la barbarie que el pueblo de México venía padeciendo desde la colonización española. El maestro sería el redentor ante un estado de miseria, ignorancia, incultura que la historia, y la última revolución, habían colocado a la inmensa mayoría de mexicanos.

Instructores, libros y ante serían las nuevas armas que redimirían y purificarían las diferencias raciales, económicas y sociales de México bárbaro. La educación sería la única eficaz de la unidad nacional y el ejercicio democrático, porque al tener conciencia de sus fines humanos, el individuo llegaría a participar activamente en la formación de una nueva cultura que exaltaría los más altos valores espirituales”.

Señala Marta Robles en su libro Educación y Sociedad en la Historia de México publicado por siglo XXI.

Lo cierto es que la diatriba que va hacia las instituciones, los jurados, los ganadores y se devuelve como bumerang desde las instituciones, los amigos de los jurados y ganadores, ha generando en múltiples foros de las redes sociales un estéril choque entre opuestos, que nos pone a dudar si lo que estamos construyendo es fotografía, imagen o arte. Nos falta educación visual en la educación básica he insistido.

Estamos frente a la última bienal de fotografía y la antesala de la primera bienal de la imagen.

Podemos o no estar de acuerdo con la estética de cada uno de los autores pero la estética es un concepto que va hacia lo personal de cada uno de los espectadores, lo preocupante por un lado es que la diatriba se convirtió en una suerte de amenazas más allá de la violencia verbal y que pudiera desencadenar la violencia física o hasta legal, por estar de acuerdo o en contra de lo que se ha convertido esta última bienal. Esta discusión se volvió, en la palabras de Itala Schmelz  “un inquietante retrato de México”.

Para tratar de entender a las y los autores, el pensamiento de los jurados, museógrafos, curadores, habrá que entender por un lado la intención de volver todavía más vanguardista el tema de la foto, en resumen: verse progre. Las voces que se levantan para defender, sostener, y fundamentar esta bienal han chocado contra un muro rígido que duramente critica (en algún caso) la ausencia de fotografías en una bienal de foto.

La crítica que se ha presentado en redes, columnas, foros o grupos cerrados va desde un simple no me gusta, pasando por descalificaciones de técnica –la más fácil-, contenidos semánticos, semióticos, hasta análisis profundos de que ocurre en el arte actual.

La critica de arte no es decir es bueno o malo con palabras complicadas hasta de pronunciar, eso es una lectura superficial. La critica de arte va más allá, es una ciencia pues produce conocimiento. Juan Acha menciona que para poder ejercer esta ciencia es necesario hacerlo público y que sea sobre obras de arte recién creadas. El problema es que “los receptores deben contar con los medios intelectuales adecuados que les ofrecen los críticos de arte mediante sus textos públicos (…)  Para la mayoría de las personas la ausencia es lo más importante en el arte. (…) para la critica resulta importante poner atención en las ausencias, con el fin de justificarlas o impugnarlas”. El problema es que en esta impugnación vino el linchamiento. Paul Valéry menciona que "todas las artes viven de las palabras", sin embargo no todas las palabras son adecuadas para todas las artes. En muchas ocasiones como ya lo hemos visto, se privilegia el logos que acompaña a la pieza de arte como si esto fuera el arte. Eso fue lo que enojó a muchos en esta bienal.

Hablar de lo bueno y lo malo, de lo estético y no estético, del ganador y el perdedor, solamente serán categorías semánticas y adjetivos, nadie puede forzar al otro a apreciar por que no todos crecen o desarrollan los mismos gustos, ya que su contexto social, económico, político, religioso, geográfico, influirán en su formación. Además de que sus canales de apreciación y aprendizaje serán completamente diferentes entre unos y otros.


Baño de paro.

Al inicio preguntaba ¿qué es fotografía en la actualidad?. La fotografía hoy ha dejado de ser el canon con el que crecimos tradicionalmente igual al de las definiciones de diccionario. Hoy hablamos de foto (así a secas ya entrados en confianza) como un lenguaje, una imagen  y una representación.

Las crisis en las institucionales del país ha permeado incluso hasta los niveles del arte, en el caso de la bienal hemos perdido los objetivos para sustituirlos por adjetivos, esto es que, el centro de la imagen no es más centro, ha dejado de ser el punto de convergencia de la imagen para convertirse en un club social, o al menos así parece funcionar.

En ese mar, poco a poco se ha diluido el idealismo fotográfico, romántico, bucólico, que ofrece la fotografía desde su concepto tradicional para construir una nueva categoría que podríamos considerar como el Imago Centrismo donde participa la imagen como principal herramienta  comunicativa.

El Imago Centrismo podemos entenderlo también desde la óptica de Fernando Zamora Águila cuando analiza A Regis Debray en el vocablo latino que se refiere originalmente a la representación figurada del rostro de un difunto o mascarilla mortuoria y como ésta  "terminó por significar cualquier tipo de imagen de la figura humana". El Imago Centrismo tiene como foco, la capacidad de mostrarnos su discurso a través de la visibilización, y se apoya (como un abuelo en su bastón) en el logos, para sostenerse y desplazarse en el mar de lenguaje de las artes. Es la imagen con su acompañamiento de textos, sonoridades, en multiples formatos donde prevalece Imago por sobre Logos.

El Imago Centrismo será el regreso triunfal de lo visual frente a la poética, entre la confusión de lo contemporáneo-actual-conceptual. Simón Marchan Fiz dice sobre el abuso del término de arte conceptual que "su aplicación indiscriminada puede dar lugar a muchos numerosos confusionismos". Es decir, "implica una atención a la teoría y un desentendimiento de la obra como objeto físico" y continúa: El arte contemporáneo, en general podría llegar a definirse como un arte de reflexión sobre sus propios datos. Cada tendencia a intentar explorar una parcela peculiar, una definición de los datos formales, específicos de cada género.
El arte conceptual ha tenido en primer lugar, su estímulo en las tendencias constructivistas que progresivamente abandonaron el objeto o se centraron en la construcción estructural del mismo". El abandono de la Foto y el privilegio a su estructura no lo perdonan en los grupos de las redes ante el fenómeno de la bienal.



Enjuague.
Pero para el caso que nos ocupa sobre la bienal de fotografía, pareciera que el término Fotografía ha quedado rezagado, es un término que entre la dicción y la acción no cabe. En términos románticos se ha quedado acuñado el nombre como una tradición, pero que ha sido superada en términos de contenidos y que deberá obligar a los convocantes a cerrar un ciclo y abrir uno nuevo y evitar confusionismos.

Esto sin abandonar los principios fundamentales que llevaron a la creación de la institución: la reflexión sobre la imagen.

Fijador.
¿Y sobré que reflexionar? La imagen entendida también desde el punto de Abraham A. Moles como un "objeto particular que siempre es accesible a un observador cualquiera que pueda captarla: ya sea que éste se convierta en testigo del acto del emisor que lo cree, que se inserte subrepticiamente en el canal en que se transfiere con o sin el consentimiento del emisor o que se analice los comportamientos del receptor ante el grupo de estímulos conformados por la imagen". La imagen está al alcance de todas y todos sin importar el medio; de ella habrá que discutir que está haciendo desde lo histórico y lo social para convertirse en arte.

En las redes la tendencia es tratar por un lado, explicar el porqué son buenas piezas en su trabajo a quienes consideran las piezas seleccionadas como horrores. Y por otro lado, en el arte actual pareciera un estilo fotográfico del homo photographicus como el que apunta A. Morales en su texto "La fotografía como un acto social". Primero, este homo realiza "la conquista del mundo mediante la imagen, a su antojo y dominación (...) caza la imagen, y la alegría de la imagen se inserta, además, dentro de una vida plena; no es el sentido de su vida pero contribuye al placer de esta. Esta estructura socioestética no tiene ninguna posibilidad de cambiar mientras el presupuesto/técnica del hombre no se ha cambiado radicalmente: hay una correlación establecida entre la duración del ocio y el comercio fotográfico”. Esta tendencia fodonga aparece en varias de las propuestas que tocan lo naif o de producción muy doméstica. Como lo plantea Clément Cheroux, la Fotografía Vernácula es aquella que prentende estar alejada del mainstream (para convertirse en él), es generadora de un espacio específico y finalmente se vuelve “aplicada y funcional”. En términos cuantitativos la cantidad de imágenes generadas desde esta perspectiva pareciera más funcional que de arte. La tecnología es el gran enemigo de la imagen, tiene mayor posibilidad de crear dispositivos para generarla, sin que ello sea una cantidad similar en calidad. “La masa de imágenes producidas en el contexto utilitario o doméstico es inconmensurablemente mayor a la cantidad de fotografías que se inscriben en el quehacer artístico. Es más bien el arte mismo el que constituye una subcategoría de los fotográfico, y no a la inversa” afirma Cheroux. Es en esta forma popular y naif en que se pertrechan las propuestas bienalistas. Para evitar mas desencuentros vayamos más allá del “Cómo”, y volvamos a reflexionar sobre el “Porqué”.

Dos hechos fotográficos llaman poderosamente la atención con una diferencia de días entre uno y otro. La bienal y la cadena de propuestas amalgamado con sus diálogos opuestos en la que pretenden, dice Schmetz, “Fotografiar a México no como construcción de identidad sino como pensamiento crítico” (¿?). Y días después la tremenda imagen de fotógrafo Burhan Ozbilici quien retrató al policía turco Mevlut Mert Altintas, de 22 años quien asesinó al embajador ruso en Turquía Andrei Karlov, justo en medio de una inestable situación política entre ambas naciones.

Ambos ejemplos en menos de un mes deben mover a la reflexión de los “porqués”, ¿en donde estamos parados frente al compromiso del arte y su sociedad? 
“La ubicuidad que logra una sola fotografía al ser observada por millones de miradas, y su asombroso impacto colectivo, también forman parte intrínseca de la cultura de la imagen fotográfica” nos sentencia Michel Frizot en su Imaginario Fotográfico.  




Aclarante de Hipo y Enjuague.
¿Y luego qué? La sociedad actual ha evolucionado, se ha vuelto de touch, app y de redes. Pero en el mar de los tutoriales no encuentra el “qué” le resuelva cuales ausencias se extrañan en una obra para generar una postura propia. Y entonces le sigue el logos tratando de explicar una nueva transmutación. La hiperfotografía y la postfotografía, apuntan a entidades en las que quien presiona un botón real o virtual debe hablar filosóficamente de otros territorios que no son propiamente emergidos del arte. Branding, photography, share, like, twit, trending topic, crowdfounding, film, Community Manager, book, brief,  etc. Son alienaciones de aspectos cotidianos en la vida de las personas en la actualidad y que ya no está dejando lugar a los imaginarios (aquellas representaciones que se construyen en la mente). Por el contrario nos hemos dispuesto a que nos generen imágenes para nutrirnos cómodamente desde la pantalla retroiluminada en nuestra VV (vida virtual); no nos hará mal levantarnos y caminar para crear de nuevo los imaginarios actuales.  



Referencias.

Acha, J. (1992). Crítca del arte: Teoría y práctica. México, D.F.: Trillas.

Aguila, F. Z., & ?Aguila, Z. O. (2007). Filosofía de la imagen: Lenguaje, imagen y representación. México: UNAM, Escuela Nacional de Artes Pl?asticas.

Fiz, S. M. (2012). Del arte objetual al arte de concepto (1960-1974) (11.a ed.). Tres Cantos, Madrid: Akal.

Frizot, M., Gewinner, S., & Solares, M. (2009). El imaginario fotográfico. Oaxaca de Juárez, Oaxaca: Ediciones Ve.

Moles, A. A., & Medina, G. M. (1991). La imagen: Comunicación funcional. México: Trillas.

Ritchin, F., Albores, L., & Herrerías, V. M. (2010). Después de la fotografía. Oaxaca de Juárez, Oaxaca: : Ediciones Ve.











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